(Escribí este artículo para "Misiones Consolata", nuestra revista en Argentina.
En estas semanas vi que fue publicado también por "Antena Misionera" (España)
y "Da Casa Madre" (Roma). Así que decidí ponerlo también en el blog.)
En estas semanas vi que fue publicado también por "Antena Misionera" (España)
y "Da Casa Madre" (Roma). Así que decidí ponerlo también en el blog.)
Polígamo...?
Pasaron
ya 20 años desde que recibí el mandato misionero a Sudáfrica y más
de cuatro desde que fui nombrado obispo y Vicario Apostólico de
Ingwavuma. A fines de agosto del año pasado se agregó otro
servicio, ser administrador
apostólico
de la diócesis de Manzini en el vecino país de Swazilandia luego de
la repentina muerte del obispo de esa diócesis: Louis Ndlovu OSM.
Ahora divido mi tiempo y energías entre los dos países.
Después
de algunas semanas en Swazilandia, que visito mensualmente por varios
días, alguien sugirió: “no
será que podrían nombrarte obispo de esta diócesis?”.
Yo expliqué que, si un obispo “se
casa”
con la diócesis, mi esposa es el Vicariato de Ingwavuma.
Inmediatamente me respondieron: “podés
tener ambas porque aquí nosotros aceptamos la poligamia”.
Idiomas...
Como
administrador
apostólico
acompaño el camino de esa diócesis hasta tanto Papa Francisco
nombre un nuevo obispo. Si cada diócesis es distinta, con una
historia y un camino particular, mucho más cuando se trata de una
diócesis en otro país... y que cubre todo el país. La diócesis de
Manzini es la única diócesis de Swazilandia que tiene como
fronteras dos grandes países: Sudáfrica y Mozambique.
Una
vez más pude experimentar cómo la fe hace que este pueblo aceptase
este desconocido, nacido en otro continente y que no habla el idioma
local: Swazi. A Dios gracias, el idioma Zulu que usamos en el
Vicariato de Ingwavuma no solo es cercano al Swazi sino que además
fue usado por muchos tiempo en Swazilandia sea en la educación como
en la liturgia. Así es que nuestra Eucaristía son una expresión
concreta de la la fiesta de Pentecostés: yo presido la misa en Zulu
y ellos responden en Swazi. Las lecturas y las peticiones son en
Swazi y la homilía en Zulu. Todos con una gran sonrisa...
convencidos que nos entendemos mutuamente.
Abriendo el corazón a otras realidades
Mis
primeros cinco años en Sudáfrica viví en la frontera con
Swazilandia. Ocasionalmente crucé la frontera para ayudar en algunas
celebraciones penitenciales durante la cuaresma o para guiar algún
retiro para una comunidad de Hermanas. Sin embargo, reconozco que
nunca conocí mucho de la realidad del país. Estos meses me
permitieron abrir el corazón a otras realidades:
- La diócesis de Manzini y el Vicariato de Ingwavuma tienen en común el hecho de tener un tercio de la población con Sida. El obispo de Manzini inició diversos proyectos de lucha contra el Sida y de atención a los enfermos. El más original que encontré es: “Hope House” (la casa de la esperanza) para enfermos terminales. Son unas 20 pequeñas casas donde el enfermo puede quedarse junto a alguno de sus familiares. De este modo al enfermo no le falta el apoyo emocional de su familia y la familia no deja de cuidar al enfermo.
En
estos días se agregó otra novedad. “Hope
House”
puede ahora recibir no solo adultos sino también chicos enfermos.
Girasoles han sido pintados en las paredes externas donde van a
escribirse los nombres de los chicos que pasen por ese centro.
- Otro proyecto “nuevo” para mí es un centro de refugiados, confiado al gobierno Swazi y a la Iglesia Católica y financiado por las Naciones Unidas. El proyecto nació hace muchos años y acogía sudafricanos que escapaban del país durante el tiempo de la segregación racial. Hoy, en general, son familias que vienen de la zona de los “grandes lagos” del continente (Congo, Somalia, Rwanda...). En mi primera visita me impactó ver familias enteras (papá, mamá e hijos) que habían atravesado todo el continente soñando con un futuro mejor, un futuro de paz.
La “preocupación por todas las iglesias”... (2 Cor. 11:28)
En
la segunda carta a los Corintios Pablo cuenta sus “aventuras” en
el servicio al evangelio (peligros en ríos, en la ciudad, vigilias,
hambre, sed...) y concluye: Y
además de otras cosas, mi responsabilidad diaria: el desvelo por
todas las iglesias. ¿Quién desfallece sin que yo desfallezca?
¿Quién tiene un tropiezo sin que yo me abrase de dolor? Pablo
vive en comunión con todas las comunidades cristianas, con sus
alegrías y luchas cotidianas.
Los obispos del sur del continente africano tenemos una
estructura regional llamada IMBISA que reúne nueve países (Angola,
Botswana, Lesotho, Mozambique, Namibia, Sudáfrica, Swazilandia y
Zimbabwe).
Para
llevar adelante algunos proyectos, cada país nombra un delegado.
Swazilandia no tiene mucha opción... soy el único obispo del país!
Por ese motivo represento el país y la diócesis de Manzini en un
proyecto particular: un grupo de obispos fuimos preparados para ser
parte de los “observadores
internacionales”
en las elecciones presidenciales en Zimbabwe. Eso nos llevó a
visitar el país un par de veces, encontrar al presidente de la
nación, escuchar a los obispos del país y algunas de sus
comunidades cristianas. Al mismo tiempo hemos visitado otros países
(Zambia, Mozambique, Angola) en modo de ayudarlos a conocer el
momento particular que vive ese país y pedirles que hagan todo lo
que esté a su alcance para que hubiera elecciones libres y justas.
Éste
ha sido un año de viajes, de encuentros, de escucha y me ha ayudado
a vivir algo que debería ser típico de todos los obispos (y de todo
cristiano!): la
atención por todas las iglesias, y no solo por la propia.
Un obispo nunca debería encerrarse en el “pequeño” mundo de su
diócesis. Por más grande que sea es siempre pequeña delante de la
realidad del resto del mundo.
En
la JMJ el Papa Francisco pedía a los obispos (pero también a los
sacerdotes, religiosas y seminaristas) de “ser
servidores de la comunión y de la cultura del encuentro”.
Comunión y encuentro sin fronteras donde el corazón late al ritmo
de todos los pueblos.
+ José Luis IMC