WYD: Encuentros en el viaje de regreso


El viaje de regreso de Río de Janeiro (Brasil) a Buenos Aires (Argentina) pasando por San Pablo (Brasil) estuvo cargado de encuentros. El motivo de no haberlo hecho directo fue el costo del pasaje. Creo que me hubiera costado casi el doble.

Creo que el primer "encuentro" sucedió en el aeropuerto de Río de Janeiro mientras estaba sentado leyendo y esperaba que llegara la hora del vuelo. Se acercó un joven (como pocas veces yo estaba vestido con el "clergyman", la camisa que identifica a los sacerdotes) y me pregunta: "habla español? Quisiera confesarme." Era un joven peruano que vive en Chile. Ahí nomás celebramos el sacramento de la reconciliación.

Algo semejante ya me había pasado la noche anterior. Mientras estaba en mi pieza me llamó una de las jóvenes que habían servido como voluntarias durante la JMJ (WYD) para pedirme si podía bajar a confesar a ella y otra amiga. Era claro que "no todo terminó con la última misa". El efecto del encuentro seguía en todos los jóvenes.

En el avión venían sentados al lado mío dos jóvenes: uno de Rumania y otro de Austria que trataban de comunicarse conmigo en las pocas palabras que sabían en inglés. Yo me preguntaba cómo habrán hecho durante los días que estuvieron en Brasil... Pero ellos también estaban felices de lo vivido y me mostraban fotos y videos de la semana.

Varios teníamos vuelo pasando por San Pablo y eso implicaba cambio de aeropuerto en hora pico. De golpe nos dimos cuenta que arriesgábamos de perder la conexión así que íbamos y veníamos viendo cómo hacer. 

En San Pablo encontré un sacerdote y una religiosa (los dos argentinos) que están en Islandia y que veían qué podrían comprar para comer con los pocos Reales que les quedaban. Todos estábamos más o menos en la misma situación. 

En el segundo vuelo se sentó al lado mío un joven que venía medio enfermo fruto del frío y de la lluvia de la semana. Estaba bastante mal pero me decía que valió la pena, que lo haría de nuevo...

De hecho pocos saben el esfuerzo que hicieron los jóvenes siendo que en general les tocó viajar cada día dos o tres horas para llegar a Copacabana. De hecho muchos durmieron en la playa el sábado porque no valía la pena volver a sus casas por la noche para regresar de nuevo por la mañana. Como contaba, los jóvenes argentinos que fueron a ver a Francisco en la Catedral de Río de Janeiro, pasaron la noche bajo la lluvia con tal de poder entrar a la Catedral. En la TV de Brasil mostraron jóvenes de Rosario que viajaron en colectivo 60 horas para llegar a Río...

En el control de equipajes en Ezeiza había una señora que nos acogía y preguntaba a todos: "vienen de la jornada?". Nos recibió muy calurosamente a todos.

Mientras veía cómo volver a casa una señora que miraba los precios de los "remises" me dice: "Padre... no deberíamos explicarle a esta gente que esto es un gran negocio y que el Papa Francisco nos pide a todos austeridad?".

Eso me confirmó que lo mejor que podría hacer sería tomarme el 8 (ex 86) que sale de Ezeiza cada 15 minutos y con menos de $3 se llega a Flores.

El colectivero al subir me dice: "Pasá Padre". No me quería cobrar. Le insistí que lo hiciera. Me impactó. No nos pasa en otros países. Fue un gesto muy lindo. Pensé que ya no sucedía. Lo saludé al bajar. 

Creo que todos tenemos tanto para contar y, más todavía, para poner en práctica.